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TRES-TAC es la pieza presentación, aunque no la primera, de la compañía de Danza ESPACIO LATENTE. Una presentación dentro de una presentación, donde 3 de los intérpretes son llamados, libremente y por su nombre al escenario, y mostrados al público... pero, espera, ¿qué ha pasado antes?, ¿qué los ha llevado hasta allí?.
La obra gira alrededor de un concepto, EL TIEMPO, el tiempo casual, el real, el imaginado, el pasado y el que está por llegar, un reloj que siempre marca la misma hora y la ausencia evocada de un cuarto personaje que manipula todas las acciones.
Un vídeo proyectado nos sitúa en el momento central del día, la comida. Macarrones con tomate. Avanzando y retrocediendo hasta la hora de dormir y levantarse, la protagonista nos sitúa en la rutina de un día cualquiera . Es la historia de lo que le está pasando a su cuerpo en cada momento.
Como marionetas arrastradas por un hilo en una línea atemporal, los bailarines avanzan sin saber que están siendo manipulados. Salvajes e ingenuos se dejan llevar por la incertidumbre que provoca la búsqueda de su propio movimiento. Así descubrimos su lado sensual, enérgico, incrédulo y místico donde unos zapatos que caen los hará salir de su trance para encontrarse y fundirse ante un latir que les atrapa. Percusión, flamencoráneo y un zapateado final culminan esta parte.

Después de la tormenta viene la calma, la escena nos muestra la hora de la comida, un sitio de encuentro y donde compartir. Una mesa, cuatro asientos (una mecedora, un taburete un banco y una silla). Diferentes etapas de la vida, todos los momentos vividos y por suceder han acontecido alrededor de esa mesa, un nexo donde confluyen todas las emociones, donde se encuentran todas las edades, donde se repite la misma historia, generación tras generación, al son de la misma canción "la vie en rose". Pero los personajes son retorcidos y tienen que darle la vuelta a la escena, literalmente. ¿Y si el suelo fuera la pared?, ¿y si el
reloj no marcara las horas?. Congelar el tiempo es permitir que todo vuelva a suceder, y esa mano, que maneja mientras vuelve a trastocar el dial, no les permite cambiar de canción.
"El tiempo es la hoguera en la que ardemos". Los personajes entienden finalmente que son parte de la memoria colectiva de un reloj mucho más grande. Es el sonido de esa misma pauta (tic, tac, tres, tac) que les atrapará, convirtiendo sus movimientos en algo preciso, repetitivo, como una fórmula matemática que los ha sumido en una agonía en la que, poco a poco, van a sucumbir hasta hacer del reloj el único e indiscutible protagonista, como un corazón latente que a su vez es presa de quien lo
maneja...

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